lunes, 7 de febrero de 2011

Según Clarín: Por el precio de la carne, crece el robo de vacas y su venta ilegal



      
Los cuatreros andan con GPS y celulares. Los últimos cinco golpes que dieron en la llanura pampeana contaron con una logística superior a la tradicional, que les permitió llenar hasta el tope camiones jaula que se perdieron en la bruma.

Buenos Aires.- El precio de la carne convierte a los cargamentos en lingotes de oro: una vaca vale hasta mil dólares. Por eso, entre diciembre y enero, empezaron a llevarse de a 40. Los animales son introducidos al túnel de la economía clandestina, donde cada intermediario saca su tajada.
Esta seguidilla de robos importantes -y sobre todo con el alto nivel de organización e infraestructura con que fueron realizados- hizo saltar las estadísticas de la Provincia de Buenos Aires, donde en todo el año 2009 se esclarecieron 38 robos de ganado. Pese a los pedidos del periodista del diario Clarín, el ministerio de Seguridad bonaerense negó las cifras de 2010.
En Santa Fe, La Pampa, Tucumán, Santiago del Estero y Corrientes también se produjeron robos este verano, aunque más puntuales. En Córdoba, en cambio, sólo se registraron casos aislados y menores.
Tres especialistas del sector frigorífico consultados por Clarín aseguran que la inmovilidad de las estadísticas debería ser interpretada como un aumento: “con el auge de los feedlots –en los que el ganado está encerrado en terrenos pequeños– la cantidad de robos debería haber caído mucho”, coinciden.
Hay elementos de fábula: uno de los robos más recientes, a pequeña escala, se produjo en el paraje correntino de El Pollo; los policías santafesinos que combaten el abigeato se hacen llamar Los Pumas; y uno de los dirigentes más preocupados por esta situación se apellida Vaquero.
“Los ladrones cuentan con recursos inéditos. Tienen calentadores con garrafa de gas, que les permiten marcar hasta 50 animales en 10 minutos, para hacerlos pasar como propios. Consiguen las guías (remito que necesitan los camioneros para transportar ganado por las rutas) y ya saben a qué frigorífico llevar la mercadería. Esto no es el robo hormiga que hubo siempre”, advierte Santiago Vaquero, presidente de la Federación Agraria del partido de Ameghino, a 400 kilómetros del Centro.
Allí se produjo el último robo, entre el sábado 22 y el domingo 23 de enero. “Me sacaron 52 vacas, me amargué mucho. Estaban completamente en regla, vacunadas contra la brucelosis y la tuberculosis. Había perdido 150 mil pesos en un día”, se lamentaba Miguel Caratti, el productor afectado. Sus animales tenían un trébol marcado a fuego detrás de las orejas y las iniciales MR.
El productor había tenido que ir a una rueda de reconocimiento, con la esperanza de recuperar parte del rodeo, pero las 12 vacas recuperadas eran robadas de otro lado. “Cuando yo salgo a la ruta –se quejaba Miguel en las primeras horas de la conmoción– me piden hasta el número de matafuego, pero pasa un camión jaula de doble piso con medio centenar de vacas robadas y nadie lo para. Solo me enteré por un fumigador que encaró hacia General Villegas por la ruta 188”.
Los conductores saben de antemano dónde están los controles policiales –por lo general son fijos– y tienen información sobre caminos alternativos, por si se enteran de la cercanía de patrullas rurales. Los productores pagan una tasa de seguridad a los municipios para que garanticen la presencia de los guardianes. Se necesitan comisionistas de hacienda, expertos en faena, falsificadores de documentación, compradores y cómplices en un frigorífico para completar la cadena.
Según reportes policiales y de pobladores, en los últimos meses también robaron 43 vacas que estaban listas para la venta en un campo de O’Brien; 38 novillos Aberdeen Angus en Lincoln y 81 terneros en el partido de 9 de Julio. Este caso fue caratulado por los investigadores como “abigeato agravado”.
El ganado fue llevado a un frigorífico, cuyos dueños adujeron haber sido engañados. Se denunció también que entre Navarro y Baradero, unidas por la ruta 41, piratas del asfalto robaron a mano armada camiones cargados con vacas, que fueron llevadas a campos predeterminados y allí remarcados, para simular una venta en condiciones legales.
Hay casos que se descubren porque la carne que no entra al frigorífico suele ser vendida en bolsitas, a precios irrisorios, en barrios pobres, explicaron fuentes judiciales. La carencia del sello sanitario que tiene que tener el animal es otra de las pistas para saber si la carne es de procedencia ilegal. Es lo que miran los policías de la Dirección General de Seguridad Rural, “Los Pumas” de Santa Fe, cuando revisan los comercios del sector.
Algunos ejemplos recientes: se encontraron 125 kilos de carne vacuna trozada en una carnicería de la localidad de Margarita; sin sello ni documentación de origen. Fueron secuestrados e incinerados. En otro procedimiento, en un mercado, se hallaron 90 kilos de res y 15 kilos de carne de cerdo en las mismas condiciones. Se determinó que no estaban aptos para el consumo humano.
En Esperanza, el robo fue más amplio: le llevaron 17 vacas a un hombre de apellido Garnero, que tuvo suerte, porque 15 fueron recuperadas. Las otras dos ya habían sido faenadas. “Los Pumas” cumplirán en setiembre 50 años de existencia. Es un cuerpo pionero en Sudamérica, que tiene 35 destacamentos y 500 efectivos desplegados en toda la bota provincial, desde Rufino en el sur, casi en el límite con Buenos Aires, hasta Gato Colorado, en la frontera con el Chaco.
“Tiene buen precio la hacienda y eso hace que ahora se roben las jaulas con 30 animales, directamente, como pasó en Venado Tuerto hace tres semanas”, indica el comisario mayor Guillermo Lalli, el jefe de estos guardianes. La tensión permanente entre el Gobierno y el campo, el debate por la inseguridad, la evasión fiscal derivada de la comercialización en negro de vacas robadas y los huecos legales que impiden condenar a la cadena completa de responsables, constituyen el marco de este problema.
“Yo pude hacer la denuncia y actuar rápido porque tenía todo en regla y en blanco”, reaparece Miguel Caratti en esta crónica, al quinto día de haber sido despojado de sus animales.

Fuente: Clarín

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