sábado, 5 de febrero de 2011

Sobre la baja de la imputabilidad, o de las culturas primitivas



 
La antropología suele asociar las culturas primitivas al pensamiento mágico. Con el escaso rigor que me permite la memoria, consiste en la asociación recíproca de dos hechos, sin intervención física –causalidad-, ni humana –voluntad-. Son las fuerzas mágicas de la naturaleza las que intervienen. Así por ejemplo, a quien hubiese violado un tabú, le seguirá necesariamente una pena de carácter expiatorio. Muchas veces, debe aclararse, la expiación es para la tribu, porque el condenado muere.
¿Es este pensamiento un producto de la ingenuidad de los antiguos? ¿De su pensamiento pre-lógico? Puede ser que seamos ingenuos –y pedantes- quienes nos atrevamos a pensar tan llanamente el asunto. La necesariedad de la sanción mágica, su carácter expiatorio, el intervencionismo de fuerzas sobrenaturales, es una maravillosa doctrina que permite el control social por parte de los “simples ejecutores” de tales mandatos.
No es el legislador quien legisla, le dicta la divinidad; no es el juez quien juzga, sino la letra de la ley que el aplica; no es que la sociedad acude al espectáculo de la sangre, sino de la justicia. Y la justicia es producto de los dioses, es decir: ni del legislador, ni del juez, ni de la sociedad.
Que se haga justicia, pedimos. Pero pocas veces nos atrevemos a traducir el contenido de ese pedido. Y menos, a hacernos cargo: ¿Qué justicia queremos? ¿Queremos la justicia “del hecho”? ¿La justicia como retribución? ¿La justicia que nos permite volver a casa satisfechos luego de ver correr “un poco de sangre”? ¿Y de quien será esa sangre? ¿Serán los dioses los que elegirán a quienes sacrificar en el altar? ¿O seremos nosotros? Nosotros gobernadores, nosotros legisladores, nosotros jueces, nosotros sociedad.
La justicia retribución es un espectáculo sangriento, repetitivo, interminable, morboso, inútil, primitivo, oscurantista, egoísta, hipócrita, cobarde.
La única Justicia, así con mayúsculas, es la Justicia Social. Hagámonos cargo: Esa Justicia la hacemos nosotros, ya no hay dioses ocultos. Somos nosotros los que elegimos a quienes subimos al altar, somos nosotros los que permitimos que el orden de las cosas siga siendo el mismo.
El pensamiento mágico no es una ingenuidad, es una hipocresía.

                                                                                   COB – Cirilo Bustamante

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